sábado, 20 de noviembre de 2010

VOVER DEL COMA. IDEAL


Noelia Mota es una amazona griega que pudo quedar como un vegetal en una cama del siglo XXI. No lleva lanza, escudo, ni casco; ni vive en Sarmacia, sino en Tarancón (Cuenca). Su habitación está cuajada de perros de peluche en tonos rosas y otros 'gadgets' propios del atrezzo adolescente. Pero es una fiera: en horario laboral torea a caballo y a sus 21 años acaba de salir del coma con la misma determinación del que sale de la ducha por la mañana para ir al trabajo.

El 26 de septiembre lidió su peor faena, una pesadilla de la que despierta poco a poco. Ocurrió mientras jugaba a los centauros en la plaza de toros de Marbella. En un paso de costado, 'Piri Piri' perdió las manos y zozobró con el temple con el que caen los rascacielos, a cámara lenta. Ambos se derrumbaron de lado en la cara del toro, poco a poco, hasta que la cabeza de Noelia remató de un latigazo seco en la arena del ruedo. 'Clac'. Quedó tendida como un pelele bajo la barriga del caballo, pisoteada por las manos de la res, la cara contra el suelo, inerte si no fuera por las convulsiones que sufría su cuerpo y que pararon el corazón de todos los que vieron las imágenes. Luego vinieron las noticias que presagiaban el luto y los informativos a todo tren temiéndose lo peor.

La memoria es piadosa. «Yo no me acuerdo de nada de lo que pasó». Ni siquiera de cómo su caballo, pese al pánico de la cogida, evitó pisarla. Tampoco de la lección de solidaridad del forcado Paulo Florentino, que se echó encima de su cabeza cuando el toro volvió a rematar a su presa -para proteger su vida con la suya propia-, ni de su padre y su hermano saliendo al quite a cuerpo descubierto. Esos quince segundos estuvieron a esto de terminar con ella. Se despertó en la enfermería y habló: «Me duele». Y se durmió.

En la cabeza de Noelia se estaba formando ya un edema cerebral que aumentaba la presión en su cráneo como un balón de reglamento y que la llevó al coma inducido, un sueño del que terminó de despertar el 19 de octubre, después de un peligroso paréntesis. «Ahora que he visto las imágenes, sé que estoy aquí por un milagro», confiesa.

Tal vez por eso, desde que puso un pie en el suelo, visita con asiduidad a la Virgen de Riánsares. «Tenemos conversaciones muy a menudo entre nosotras».

Para más información, visitar la página del autor:

http://www.ideal.es

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